Miles de tortugas golfinas viajan desde Estados Unidos o Sudamérica,
para arribar en uno de los santuarios más importantes del mundo, playa La
Escobilla, al sureste del estado de Oaxaca, donde cada año, en estos meses
llegan a depositar sus huevos, para que, a principios de diciembre, el Centro
Tortuguero deje que las crías regresen al mar.
El arribo de las tortugas en las playas oaxaqueñas comienza a finales de
julio y que terminarán en diciembre. Las instancias protectoras de estas
especies aseguran que son alrededor de un millón de nidos en total, con un
promedio de entre 95 y 100 huevos cada una.
Sin embargo, sólo entre el 10 y 15 por ciento de los huevos logran
eclosionar y dar vida a una cría después de 45 días de incubación. En
temporadas muy buenas nacen alrededor de 20 o 30 millones de tortuguitas, por
eso lo que pasa aquí repercute en toda la población mundial de la tortuga
golfina.
Esta especie marina se encuentra en peligro de extinción y ha escogido
dos playas de Oaxaca para anidar: Morro Ayuta y La Escobilla, lugar en donde
las madres también nacieron y para lo cual recorren miles de kilómetros en el
Océano Pacífico.
En su etapa adulta llega a medir hasta 78 centímetros de largo y pesar
50 kilogramos.
Tiene la habilidad de dormir bajo el agua durante dos horas sin
ahogarse, y puede nadar en profundidades de hasta 150 metros.
De acuerdo al único estudio publicado sobre el crecimiento de esta
especie, alcanza su madurez sexual alrededor de los 13 años, con un rango de
máximo 24 años.
La tortuga golfina se aparea en el océano, y los machos nunca abandonan
el mar.
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